El advenimiento del 1 de enero marca no solo el inicio de un nuevo ciclo en el calendario gregoriano, sino que también representa una festividad de gran importancia cultural en Colombia. Esta fecha, cargada de simbolismo y arraigada en tradiciones ancestrales, se convierte en una oportunidad para la reflexión, la unión familiar y la esperanza renovada por un futuro promisorio.
Las raíces de esta celebración se remontan a las cosmovisiones de las culturas precolombinas que habitaban el territorio colombiano. Los Muiscas, por ejemplo, conmemoraban el "Inti Raymi", un ritual ancestral que coincidía con el solsticio de invierno y marcaba el inicio del ciclo agrícola.
Con la llegada de la colonización española, se produjo un sincretismo cultural que dio lugar a la celebración del Año Nuevo como la conocemos hoy en día. Las tradiciones europeas se mezclaron con las costumbres indígenas, conformando una festividad única que refleja la diversidad cultural del país.
En 1889, el 1 de enero fue declarado día festivo en Colombia por medio del Decreto 1072, emitido por el entonces presidente Rafael Núñez Moleiro. Esta decisión oficializó la importancia de esta fecha en el calendario nacional y reafirmó su valor como parte de la identidad cultural del país.
Las celebraciones del Año Nuevo en Colombia están llenas de tradiciones y agüeros que buscan atraer la buena suerte y la prosperidad durante el año venidero. Entre las más comunes encontramos: